¿Casarte con tu empresa?

PanoramaEste viernes publicaré mi último post hasta septiembre, pero viendo todo el revuelo con lo del Orgullo Gay me gustaría hacer una reflexión sobre la diferencia entre lo que está pasando con las relaciones personales frente a las profesionales.

Aunque lógicamente tengo mis propias ideas, no voy a posicionarme en este foro sobre asuntos ideológicos porque siempre he creído que hay cuestiones muy íntimas y privadas que no viene a cuento mostrarlas en un entorno profesional.

Sin embargo, creo que es interesante ver la diferencia entre lo que está ocurriendo con las relaciones entre personas y las que se producen entre profesionales y empresas.

En el entorno personal hemos visto como hace décadas que se legalizó el divorcio, que las personas se juntan, se separan y se combinan de todas las formas y opciones. Evidentemente hay rupturas dolorosas y traumáticas y también existen convivencias dolorosas y traumáticas. Pero el único límite es la libertad individual y el respeto al otro.

Sin embargo, en el entorno empresarial y en la mente de muchas personas parece que sólo existe una forma de relacionarse con una empresa, casándote con ella. Es decir, firmando un documento que, al final, puede ser cancelado mañana mismo. Es una visión romántica pero estúpida profesionalmente.

Mucha gente sueña con un contrato indefinido pero ¿cuantos desean que su pareja les tenga un cariño indefinido?

También podríamos decir que, igual que los monjes o los sacerdotes, existen aquellos que deciden dedicar su vida a una sola organización y los llamamos funcionarios.

Y luego estamos todos los demás. Aquellos que preferimos ser promíscuos profesionalmente, que preferimos tener relaciones esporádicas, que buscamos aquello que nos hace sentir un placer laboral pecaminoso.

Para mucha gente, un contrato indefinido es algo así como casarse por la Iglesia y con bodorrio de 500 invitados. Pero todo eso ya no significa nada. De hecho, todos hemos comprobado lo fácil que es para una organización ponerte los cuernos mientras que a ti te obliga a mantenerte aislado no vaya a ser que alguien te eche el ojo.

Eso que denominaban «compromiso», hace tiempo que se lo cargaron las organizaciones más grandes. Mañana tienes un correo electrónico deseándote mucha suerte en tu futuro profesional y un guardia de seguridad en tu cubículo esperando que recojas tus cosas y salgas por la puerta aunque te hayan dicho que su amor por ti es eterno.

¿Y sabes qué? Pues que me parece genial que ocurra eso porque nos obliga a replanteárnoslo todo. Pero es hora de espabilar y de aceptar que podemos mantener relaciones profesionales plenas y placenteras «arrejuntándononos» de formas más creativas.


Ojo, aquí no estoy hablando de tipos de contratos, de cuestiones administrativas, de quién paga la Seguridad Social ni ninguna de esas mierdas burocráticas. Del mismo modo que el amor entre dos personas no lo regula el Registro Civil o el libro de familia.

Aquí estoy hablando de juntarse dos, tres o trescientas personas para hacer algo genial y escandaloso, una orgía de creatividad de gente que en muchos casos no se conoce personalmente pero se lo pasa muy bien haciendo algo juntos y luego se separa hasta la próxima. Como hicimos en el PBLDay17.

Se trata,por ejemplo, de aceptar a quienes prefieren vivir su desarrollo profesional en solitario, los «singles laborales».

Quizás podríamos pensar en el intercambio de parejas liberales laborales o «swingers de proyectos». ¿Y si tu «community» se viene una temporada conmigo y mi diseñador te echa una mano en el proyecto que estás lanzando?

Por otra parte, nadie es demasiado mayor para probar nuevas experiencias. Quizás lo que sentías por esa empresa en la que has trabajado quince, veinte o treinta años ya no te hace tilín. Pero eso no debería frenarte a la hora de buscar nuevas aventuras.

¿Y quién dice que no hay pasión (laboral) a los 60, 70 u 80? Todo está en la cabeza.

Hay quienes están dispuestos a poner precio a sus servicios y vendérselos a todos los clientes que pueden. Porque hay empresas que prefieren buscar fuera lo que ya tienen en casa. O porque les hacen cosas a los que los de dentro no están dispuestos.

Incluso hay quienes prefieren vivir su profesión sin relacionarse con nadie, excepto con sus clientes. Afortunadamente hay muchos «juguetes» que facilitan mucho las cosas sin contacto físico con el otro. Infoproductos, Webinarios, Libros,…

Es cierto que todo esto implica un cierto exhibicionismo. Igual que cuando te casas, te acomodas y dejas de salir. Profesionalmente, quienes tienen mentalidad de empleado, se olvidan de salir, de hacerse visibles o dejan de cuidarse. Sin embargo, para sobrevivir en el nuevo mundo de relaciones laborales hay que moverse, prepararse y mostrarse.

Quizás habrá que ir pensando en organizar algo así como el día del Orgullo Neoprofesional para demostrar a los más tradicionales que no tiene demasiado sentido eso de «casarse» con una empresa. Aunque tus padres te digan lo contrario.

Mi intención con este post, a estas alturas de verano es transmitir algo más ligero de lo habitual pero también creo que es interesante darle algunas vueltas a lo rápido que evolucionan estructuras aparentemente inmutables y lo que cuesta mover otras que se supone que deberían adaptarse con más agilidad.





Compartir esta publicacion